La historia comienza...
En una primera fase, efectuaron pruebas sobre un bastidor con la cabina en la parte trasera y descubrieron que era necesaria una plataforma más resistente que la utilizada en el Escarabajo. Tras desarrollar un nuevo bastidor, acorde con la capacidad de carga de un furgón, en Volkswagen se esmeraron en afinar la línea aerodinámica mediante trazos curvos, para así compensar los 25 CV justitos del motor 1100 con un mejor paso a través del aire. A finales de 1949 se presenta a la prensa la furgoneta derivada del Escarabajo, cuya producción en serie comienza en marzo de 1950. En un primer momento, sólo se fabricaba con carrocerías tipo Panelvan (furgón), Kombi (con tres ventanillas a cada lado, por detrás de las del conductor y el acompañante) y Bus Standard. Con una potencia máxima de 25 CV a 3.300 rpm y un peso en vacío de 975 kg, estas primeras furgonetas bastante tenían con transportar la carga, los pasajeros o ambas cosas a la vez. Sin embargo, su funcionamiento a punta de gas, algo que jamás se podrá expresar en un cuadro de prestaciones porque siempre se hacen con el pie a fondo, resulta bastante agradable gracias a un par máximo conseguido a sólo 2.000 vueltas. En noviembre de 1951 comenzaba a fabricarse la Ambulancia, dentro de un esfuerzo por desarrollar versiones para los servicios de urgencia que adaptaría versiones para la policía o los bomberos. A partir de una idea esquemática planteada por el importador holandés, la firma de Wolfsburg desarrolló un tipo de vehículo que no se parecía en nada a lo existente hasta el momento. Con el tiempo, su practicidad y escaso mantenimiento se encargaron de convertirlo en un éxito mundial, incluso entre los aficionados a los vehículos clásicos. Donde sí echó el resto Volkswagen es en la posibilidad de elegir entre una amplia gama de carrocerías, adaptadas a todo tipo de usos, y en la ingente cantidad de opciones para que cualquier cliente tuviese la furgoneta que desease, lo que mezclado con las especificaciones de cada país, la gama de colores y el volante a la izquierda o a la derecha nos lleva a creer que pocos habrán visto dos furgonetas exactamente iguales. Y al decir esto queremos referirnos a la ingente cantidad de pequeñas mejoras que la marca germana iba introduciendo según evolucionaba el modelo, aunque conservando detalles un tanto anticuados, como el parabrisas partido en el que reside buena parte de su personalidad o el hecho de que hasta 1961 no incorporasen un indicador eléctrico del nivel de la gasolina (excepto en las versiones Ambulancia, que lo llevaron siempre) en contraste con ideas tan brillantes como habilitar desde 1952 una variante para cámping desarrollada por la empresa Westfalia. Por lo que respecta a los motores, siempre se trató de bóxer de cuatro cilindros refrigerados por aire similares a los del Escarabajo, e irán subiendo de cilindrada y de relación de compresión con dos ideas bien asentadas: evitar los regímenes máximos superiores a 4.000 rpm y primar la fiabilidad por encima de las prestaciones o de un menor consumo.
Poco después de iniciarse la fabricación del Volkswagen Escarabajo en la posguerra, y en su primer concesionario fuera de Alemania, al holandés Ben Pon se le ocurrió la idea de desarrollar una furgoneta de carga aprovechando el mismo bastidor y motor que los empleados en el popular utilitario. El caso es que garabateó su proyecto y se lo presentó a Heinrich Nordhoff el 23 de abril de 1947, quien lo consideró interesante y confió su desarrollo al ingeniero-jefe Alfred Häsner.
Hasta marzo de 1955, estas furgonetas se caracterizan por su absoluta austeridad, sin más información que la del velocímetro y el cuentakilómetros, teniendo que pararse y accionar el grifo de reserva situado en el vano motor para seguir rodando. Casi hasta el final de su producción llevarán sistema eléctrico de 6 Voltios, con una dinamo que irá aumentando su potencia con el paso de los años.
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