Y llegó el viernes a la tarde: "el periodo más largo hasta más trabajo", día que hay que disfrutar de veras.
A mí no me escribieron de una gran corporación para ofrecerme trabajo y la sección laboral tampoco se había comportado muy amable con Leo por eso después de la siestita, mi chico abrió la puerta y preguntó "¿querés que nos vayamos a Santa Clara?" y yo respondí "¡Sí!", él cerró la puerta y yo agarré la cajita de fósforos y puse la pava, prepare la yerbera, el mate y la termera para viajar.
Mi mochila, explotando literalmente de ropa, mayas y bikinis, una bolsita para la toalla, cepillo de dientes, desodorantes y jabón. Otra bolsa con un taper, galletitas, vasos, platos y cubiertos; todo seguía llenándose y Leo se fue al Garage que está a una cuadra de casa, a buscar al Grillo y después al LAIA para ponerle la cama que venía con nuestro verde vehículo.
Después de no sé cuantos cientos de minutos ya no aguanté y agarré todas las bolsitas, la colcha con las bolsa-cama y bajé a esperarlo en la puerta. Aún no entiendo como acomodé los átomos de ese equipaje: pero lo pude bajar todo yo sola.
En la puerta de entrada del edificio vi asomada la trompa de la Combi y me giré para ver el ascensor que había llegado a nuestro piso y ahí seguramente estaba Leo. Yo abrí el portón de la combi y metí la mitad de las cosas, el resto lo trajo Leo cuando se lo debe haber cruzado en el hall del edificio.
Y salimos.
Pasamos por la estación de servicio, cargamos nafta y crédito para el celular, aunque este estaba casi sin batería nos alcanzaría para avisar adonde íbamos y contar los detalles del dúplex.
Ya era de noche, las 6.40 creo y encaramos la ruta. Pensábamos ir por la 76, pero el tener que seleccionar localidades en mitad de la noche no nos convenció, así es que aún ante la posibilidad de una multa por no tener VTV, nos lanzamos de lleno a recorrer la Autovía 2, enchufados al Mp3 y comenzando a tomar los cientos de mates que disfrutaríamos ese fin de semana.
La primer parada: El ya conocido Atalaya
En la estación de servicio cargamos agua caliente y nos decidimos a comprar ½ docena de medialunas saldas y otra ½ de dulces. ¿Es necesario contar lo buenos que estuvieron esos mates con factura?.
Disfruten de las estas fotos, son parte de esta primera parte próximamente continuará este relato!