Estamos atareados, entre firmas y pagos
Porque desde que tenemos Combi, nuestras responsabilidades aumentaron.
En primer lugar, el viernes pasado nos levantamos tempranito para hacer
Salimos por calle uno, con una dirección poco confiable, con la mayoría las luces fuera de servicio y buscando la entrada indicada para hacer la fila de la verificación. Luego de veinte minutos de paseo por el barrio de 1 y 60, dimos con el ingreso (era por calle 59). Ya había amanecido, quedamos en una posición relativamente cercana al principio de la cola y contentos nos dispusimos a tomar el desayuno.
Sin exagerar, el cielo con los primeros resplandores, el termo con el agua en el punto indicado y el mate estrenándose nos marcaron el primer día dentro de nuestra Combi: esos despertares tempranos, preparados para el viaje, para la ruta, para disfrutar mientras tenemos una visión amplia del exterior (¿qué será? Campo, mar, ruta, pampa húmeda, montañas...) y en el interior el amor de nuestra vida, conduciendo o cebando los mates que nos cargan de energía en la mañana.
Volviendo a la realidad, vimos que la verificación policial se llevaba acabo en un estacionamiento frente a las oficinas, que estaba oscuramente diseñado en forma de S, lo que nos hizo dudar acerca de cómo saldríamos parados porque la dirección de
En segundo lugar, ayer Leo le llevó
En tercer lugar, esta mañana le pagamos a
Todo eso y más. Contando plata, dejando unos billetes por acá y otros por allá. Anoche Leo dijo algo muy importante “¡pero ya tenemos nuestra Combi!”
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